Ojalá mi corazón se convierta en perro

El chico de Entre Ríos me enseñó a ver que el corazón, a veces, es un lobo.

Es así: las personas tenemos lunas llenas, en nuestro interior, y ahí el corazón aúlla.

Vimos un documental en el que un hombre negro de ojos negros

contaba que los lobos, para comer de manos humanas, bajaron su cortisol.

El cortisol es la hormona del estrés, ¿vieron?

Y así cambiaron su ADN

¡y se conviertieron en perros!

¿Podrá mi corazón hacer lo mismo?

“Para que su corazón no se convierta en lobo en sus lunas llenas, baje el cortisol. El otro se lo agradecerá.”

Quién hubiera pensado que el secreto de mi corazón

estaba en una provincia

a la que nunca fui.

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