El amor es un bateador de baseball canadiense
De pronto vi a un bateador de baseball en la hamaca paraguaya de mi
balcón. Con lágrimas en los ojos, se
incorporó, llegó hasta el living, oscurísimo – por algo no prendí la luz -, agarró el bate
y como si mi cabeza fuese una bola que tenía que hacer llegar hasta el fin del
mundo, me dio.
Me lo dijo en español y en francés: No te amo más, Je ne t'aime plus.
Mi cabeza cayó al piso y durante seis años no volvió a estar en su lugar. Rodó por calles, rutas, bares, casas a las que me iba mudando y de las que me iba yendo con 1500 dólares canadienses en el bolsillo que me había dado él y que yo no quería gastar porque tenían sus huellas dactilares.
Me lo dijo en español y en francés: No te amo más, Je ne t'aime plus.
Mi cabeza cayó al piso y durante seis años no volvió a estar en su lugar. Rodó por calles, rutas, bares, casas a las que me iba mudando y de las que me iba yendo con 1500 dólares canadienses en el bolsillo que me había dado él y que yo no quería gastar porque tenían sus huellas dactilares.
Pensé que tendría que haberme dejado
sus pies. Que yo me había ganado el derecho, en cuatro años de amor
innegociable, de seguir durmiendo en mi cama con mis pies sobre los de él. Que
se vaya caminando sobre sus tobillos, pensé. Que se tome el avión rumbo a Montreal
con todo lo que es nuestro, desde las sábanas hasta las ollas de acero en las
que cocinaba sus manjares colombianos, desde las fotos en las que mirábamos
desnudos y borrachos a una cámara, yo con el pelo platinado y él con sus
tatuajes de no me importa nada hasta las paredes de las dos casas en las que
vivimos: todo menos sus pies. Y en un punto me los quedé.
Caminé, inestable, con mis pies sobre
los pies de él que ya no estaban.
Me hice un electroencefalograma y esto es verdad: lo hice. Quería que la ciencia lo explicara, porque yo no podía, el amor no podía. El amor no pudo. Nadie pudo explicarme nada. ¿Dónde están nuestros dos gatos y nuestras risas? ¿Por qué ya no me cocina y yo ahora peso 45 kilos? ¿Cuántos años de prisión me darían por cortarle los pies a una persona? ¿Cómo puedo hacer que se produzca el milagro de que él me elija por sobre sus demonios, que son dos y yo una?
Me hice un electroencefalograma y esto es verdad: lo hice. Quería que la ciencia lo explicara, porque yo no podía, el amor no podía. El amor no pudo. Nadie pudo explicarme nada. ¿Dónde están nuestros dos gatos y nuestras risas? ¿Por qué ya no me cocina y yo ahora peso 45 kilos? ¿Cuántos años de prisión me darían por cortarle los pies a una persona? ¿Cómo puedo hacer que se produzca el milagro de que él me elija por sobre sus demonios, que son dos y yo una?
El amor no hablaba español. Y hasta
hoy no volvió a hablar en ningún idioma. Pero. Pero… Pero: ¿quién amó como yo? Esa
es una pregunta estúpida que me hago mientras me masturbo pensando en nadie.
Creyendo que mi corazón es especial. Juzgando a los que se separan y se
enamoran de nuevo a los pocos meses: chicos, no les creo nada. Dudo que lleguen
a ir a la cárcel por quedarse con una fracción del cuerpo del otro. Dudo que olviden todos
sus idiomas, que la lengua se les trabe junto con el alma. Porque, y esto se los
juro, si la lengua ya no pude hablar del ser amado y decirle todos sus nombres
y sus epítetos (meloncito, principito celeste-cielo, etcétera) el
alma enmudece.
Hoy ya pasaron nueve años en los que lloré una lágrima por nanosegundo y eso da un total de cuatro mil trillones de litros de agua humana. La gente que
tengo alrededor es idiota, pienso: cambió dos o tres veces de pareja y tuvo varios hijos que no son la mitad de lindos de lo que serían los nuestros, se
saludan por la mañana con un beso seco, que ni llega a la boca del otro, con un
acostumbramiento que nunca conocí y me da terror, engañaron a sus parejas
ocasionalmente, sus blandos corazones se preguntaron por la monogamia de día y
de noche. Los solteros, bueh, nunca entendieron eso de trascender en el sexo, de
meditar en el sexo, de que el otro sea tu pequeño templo carnal en el que
aparece Dios y te mira. Nadie entiende nada, me digo para no desmoronarme y que mi ego herido de bala pueda seguir sosteniendo lo que queda de amor para un otro en mí. Si quieren saber
qué es el amor, digo soberbia, insoportable, preguntenmé a mí, chicos: yo lo he visto y sentido todo pero
todo. Si quieren pasar por la experiencia, olvídense por completo de sí mismos,
no les va a quedar ni un pedazo de ustedes: nada. Y si el otro algún día se va,
van a ser una bola de baseball dando giros sobre sí, violentamente, en
lugares del mundo que ni siquiera saben dónde quedan ni cómo se viven, a la intemperie de todo.
Pero, en serio - me digo -, les juro que habrán amado.
Me quede afectado. El cuento me trajo esta canción.
ResponderEliminarhttps://youtu.be/umk0Ckzg0V0
Mauro Carlana
¡Gracias por leer!
EliminarEstoy chequeando el catálogo de Interzona para hacer un pedido y me topé con tu libro de teatro y este blog. ¡Genial conocer buenas escritoras que me estaba perdiendo! Gracias por compartir.
ResponderEliminar¡Gracias a vos por leer! El libro de Interzona, "Femenino Masculino", es de teatro, incluye 5 obras. ¡Abrazo!
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