El perro salchicha puro o el elemento del perdón



Son las 9 AM y mi hermana me llama y me dice que iba en el bondi y escucha que un tipo le dice al chofer, que un amigo del chofer le dice al chofer: Le regalé un perro salchicha puro y no me perdonó. Estallo de la risa. No paro. Quiero hablar y no puedo: Noooooo, pará, pa-- Pará, ahhhhhh, ay, no, no, no, no, no. No pue--, No puedo más. Me matás. Me estás matan--. No, no, no, no. No. Puro. Puro. No, no.

Corto y me quedo pensando en la palabra “puro”. El tipo cuando dice “puro” aclara, detalla, amplía. No era cualquier perro salchicha, no era mezcla de salchicha y Boxer, Cocker, Ovejero, etcétera… No, era salchicha puro. Y tuvo que remarcarlo. Llego al trabajo.

Me dispongo a trabajar. Bueno... a trabajar. El amigo del chofer del bondi al chofer del bondi en el bondi... ¿Quién era el tipo y qué hacía en el bondi? ¿Cómo lo dijo? ¿Estaba mal, se reía? Ay, qué me importa, ya fue. Ya fue. Ya pasó.

Me escapo de la oficina, “voy a comprar algo a la farmacia”. Llamo a mi hermana.  Ana, una cosa, ¿el tipo era el amigo? Vos dijiste “amigo”. ¿Pero estás segu--. ¿No era el que supervisa? ¿Pero cómo estaba vestido? ¿Cómo que no te fijaste? ¿Estás trabajando? Ah, disculpá. Pero. Pero. ¿Pero y cómo se lo dijo? ¿Venían hablando? ¿Y de la mina dijo algo más? ¿Pero estaba mal o se cagaba de risa? Porque quiero saber. Quiero saber. Chau. Bueno, chau. Chau.

Ya fue. Ya fue.

Veo la cara de mi jefe – 70 años, traje, amable -, me pide algo. Logro concentrarme en mi trabajo por unos minutos. El tipo quería pedirle perdón - con un perro salchicha, puro -.

Ay, ya fue.

Y como no fue perdonado, - y por otra parte me encantaría saber qué le habrá hecho - estaba indignado. Y, y, y acá hay una intriga, carajo. Por eso estoy así. ¿Qué pasó realmente? ¿Qué fue tan pero tan grave como para que el tipo vaya y compre un perro salchicha puro? Ya estoy en el bondi. Miro detenidamente al chofer como buscando algo.


Ya fue.


¿Cómo se le ocurrió? ¿Lo soñó? Se despertó y dijo: Ya sé, un perro salchicha. Y tiene que ser puro. ¿Cómo llegó a esa decisión, por Dios? La más fácil es que ella sea una loca de los perros salchicha, que se lo haya comentado alguna vez, o reiteradas veces. Esa es la que más me cierra. Ahora, si se le ocurrió a él solo… estamos frente a  algo interesante. Llego a casa.


Media hora después: ¿Por qué tomamos las decisiones que tomamos?

Quince minutos después: ¿Cómo se le ocurrió? ¿Lo decidió de una o…? Se gastó los ahorros, quizá.

Diez minutos después: ¿Por qué lastimamos a los demás? Después hay que pedir perdón.

Quince: ¿Por qué siempre me piden perdón a mí, yo nunca tengo que pedir perdón, son los demás los que--? Siempre me cagan. Soy una boluda. ¿Soy una boluda?

Cinco: Ah, yo debería pedirle perdón a… Fue una pelotudez. ¿Por qué estoy pensando en esto, qué tiene que ver?

Dos: ¿Por qué los tipos llegan al punto de tener que pedir perdón? Las minas no. ¿Las minas no? Yo no. Las minas. Yo. Los tipos. No todos los tipos. Casi todos. Qué boluda. Clishé total. Los tipos, las minas, qué me importa. Qué boluda.  

Cinco horas, anocheciendo: Cuando conozca a alguien le voy a contar esta historia y si algún día le tengo que pedir perdón compro un perro salchicha y va a entender y se va a cagar de risa.

Antes de irme a dormir: Y va a ser puro.


Comentarios

Entradas populares de este blog

El abrazo de Dylan Brian

La noche de Atlanta

El amor es un bateador de baseball canadiense